Un día en un cementerio
me encontré con un esqueleto
que me dijo así, muy serio:
esto que te cuento es cierto.
Yo tengo mi esqueletita
de pelona calavera,
qué cosa tan exquisita
cuando mueve la cadera.
Si le agarro las costillas
se estremece de emoción
y le truenan las canillas,
el coxis y el esternón.
Cuando salgo de mi cripta
escucho rumor de rumba
y me encuentro a mi esqueletita
bailando sobre su tumba.
Le gusta bailar la rumba
el son y el merecumbé
le gusta que le acaricie
la tibia y el peroné.
Ella con sus falanginas
me rasca el occipital
y yo con mis falangetas,
su columna vertebral.
Ya pronto nos casaremos
bailaremos muy juntitos
muy pronto también trendremos
un montón de esqueletitos.
Alfredo Novelo Navarro
Pito-Loco
Progreso, 1998.
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